Una semana de turbulencias para la industria aeronáutica
Hasta el domingo pasado, más de 8500 vuelos diarios alrededor del mundo eran operados a bordo de aviones como el Boeing 737 Max 8, el mismo modelo que, lanzado el 22 de mayo de 2017, contaba con más de 4000 aeronaves en operación, dos de las cuales han sufrido, durante los últimos seis meses accidentes fatales.
En octubre de 2018, un avión de este modelo que operaba la aerolínea low cost indonesa Lion Air se estrelló poco después de despegar contabilizando 189 víctimas fatales. Y, el domingo pasado, el vuelo ET302 de Ethiopian Airlines, con el mismo modelo, también colisionó poco después del despegue, sumando 157 muertes.
En total, 346 decesos. Suficientes para que surgiera el alerta: ambos aviones tenían menos de seis meses de antigüedad y se precipitaron apenas unos minutos después de despegar. Con menos de dos años en servicios, el modelo empezó a generar desconfianza.
De a poco, las aerolíneas del mundo comenzaron a anunciar públicamente que dejaban de operar con las aeronaves en cuestión. Las primeras fueron las de Etiopía, China e Indonesia. Con el correr de los días, Europa cerró su espacio aéreo a los Boeing 737 Max, luego se sumó nuestra aerolínea de bandera, Aerolíneas Argentinas, Copa Airlines y otro sinfín de empresas .Hasta las Naciones Unidas recomendó a su personal no volar en aviones de la serie.
Finalmente, el miércoles pasado Donald Trump decidió suspender las operaciones en el territorio norteamericano. Para entonces, ya estaba comprobado: el modelo contenía una falla. Según dicen, en su software. Que es lo mismo que pensar que una combinación de ceros y unos pueden provocar la caída de una aeronave. Aunque bienvenidos al futuro porque, al parecer, es posible.
La respuesta de Boeing, el fabricante aeronáutico con sede en Chicago, fue sutil, pero contundente: en medio del escándalo anunció que actualizaría el software de control del vuelo de sus aeronaves 737 Max, conocido como MCAS, para "hacerlas aún más seguras" antes de abril. Para la mejora cuenta con la colaboración de la autoridad de aviación de Estados Unidos, FAA, según sus siglas en inglés.
El objetivo del MCAS es medir el ángulo de ataque utilizando una sonda que define la capacidad del avión de permanecer en vuelo. La investigación del accidente de Lion Air reveló que una de las dos sondas de impacto del ángulo de ataque había fallado, pero continuó transmitiendo información al MCAS, que tomó el control del avión aunque el piloto intentara evitarlo.
Boeing se defiende. Según su comunicado, "el [nuevo] software incluye actualizaciones a la ley de control de vuelos que incorpora información del ángulo de ataque, limita órdenes de recorte del estabilizador en respuesta a una lectura errónea del ángulo de ataque, y da un límite a la orden de estabilización para retener la autoridad de elevación". E insiste en que el modelo "es seguro", y ha sido diseñado y construido por empleados capacitados "que hacen su trabajo con la mayor integridad".
Según el último comunicado de FAA, la prohibición de volar de los 737 Max permanecerá vigente hasta que se realicen investigaciones adicionales, incluido el examen de la información de la caja negra del vuelo y los audios de la cabina. Además, afirman que un equipo de la FAA está en Etiopía asistiendo a las autoridades locales en las pesquisas del accidente. Porque esta historia continuará...