El partido de la memoria
El hombre, de unos sesenta años, para la bici y comienza a hablar de Racing. Al rato, recuerda que él pasó aquel 22 de febrero de 1977 por ese mismo tramo de la calle Colón. Que vio manchas de sangre y marcas de proyectiles en la pared. Se acerca otro hombre. Dice que es su primera vez en Avellaneda. Que él es el único hincha de Racing en su pueblo jujeño. Y que le emociona sumarse a la pintada del mural que homenajea a los fusilados. Pintan las niñas Chiara y Francesca y también una pareja que llega en moto desde Benito Juárez. Y Carmen "Tota" Guede, madre de Plaza de Mayo, esposa de Dante, uno de "Los desaparecidos de Racing", libro de Julián Scher. Carlos Krug y Alberto Laporte, emocionan al recordar a sus hermanos también hinchas de Racing. También desaparecidos. Llega Vicente Zito Lema, poeta, periodista, docente. Padres y madres le dicen al artista Mario Almaraz que sus hijos también quieren pintar. El colectivo Memoria Racinguista siente misión cumplida. El mural frente al Cilindro de Avellaneda dibuja el pañuelo de las Madres, una pelota con sangre, el brazo extendido con el puño cerrado hacia un arco y la leyenda "Los fusilados de Racing 22/2/77".
Oreste Osmar Corbatta, 7 legendario de la Acadé, se topó con los cadáveres en el piso cuando volvía de madrugada con Rafael Barone, amigo de borracheras. "Rajemos", le dijo Corbatta. El dato, contado por Alejandro Wall en su libro "Corbatta", llevó a Micaela Polak a recorrer cementerios y archivos. "El 22 de febrero de 1977 la cancha de Racing fue un paredón de fusilamiento". Es el inicio de su notable artículo de Página 12. Lo escribió el 22 de febrero de 2017, al cumplirse cuarenta años de la masacre. Marcelo Izquierdo está próximo a publicar otro libro sobre Racing con nuevos testimonios que sugieren inclusive que los fusilados esa noche podrían haber sido mucho más que seis. Por otro libro inminente del colega Gustavo Veiga sabremos pronto que también los deportistas federados desaparecidos son hoy muchos más, al menos 180. ¿Pero cuántos más muertos de descampados más anónimos seguirán siquiera sin chances de ser identificados y sin reclamo público como los fusilados de Racing? "Los 30.000 –escribe alguien en la web– no son un número. Son un nombre".
Horas después de la pintada en Racing, decenas de hinchas marchan a Plaza de Mayo. Visten las camisetas de sus respectivos equipos. Algunos levantan carteles que llevan foto, nombre, fecha y escudo. "Los escudos –escribe Nadia Petrizzo en el sitio de Facebook Coordinadora DDHH del Fútbol Argentino, promotora de la iniciativa– no separan, suman". "Juan Carlos Mardikian, hincha de River". "¡Presente!". "Roberto Luis Cristina, de Ferro". "¡Presente!". Está también el cartel del documentalista Raymundo Gleyzer, hincha de Argentinos Juniors. "Alejandro Almeida, hincha de Racing". "¡Presente!". "Horacio Ungaro, socio de Estudiantes". "¡Presente!". "Pablo Daniel Musso, Temperley". "¡Presente!". "Antonio Luis Tovo, Rosario Central". "¡Presente!". Clubes que restituyen a sus hinchas desaparecidos su condición de socios. Que publican el 24 de marzo en sus cuentas oficiales "Memoria, Verdad y Justicia", como dice el cartel con el que salieron a la cancha en Mendoza San Martín y Palmira. "¿Nuestros clubes tendrán el mismo coraje?", se pregunta en Brasil el periodista Zé Trajano. Difícil. El presidente Jair Bolsonaro ordenó conmemorar este sábado en los cuarteles el aniversario del golpe del 31 de marzo de 1964 que derrocó a Joao Goulart. Pobre Brasil.
La ESMA, el principal de los más de trescientos centros clandestinos de tortura y detención, que funcionó a solo setecientos metros del Monumental, en plena fiesta del Mundial 78, fue escenario este fin de semana de un hecho excepcional. Hijas y familiares de represores lanzan su libro "Historias desobedientes" en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. "Cada persona es un nuevo comienzo". Cuenta una de ellas que su padre, represor condenado, quiere desheredarla por "indignidad". Otra habla de la vergüenza de tener un padre que torturó a mujeres embarazadas. "Cuanto más vulnerables, más unidas, más visibles", dice una. "Al dolor –grafica la mujer que está a su lado– lo hice pañuelo". Es el mismo pañuelo que Rosario Central incluyó en sus camisetas ante San Lorenzo. Los mismos pañuelos blancos con los que llegan el domingo a la plaza en sillas de ruedas Abuelas y Madres. Es una de las imágenes más poderosas del acto. "Todo está escondido en la memoria –canta León Gieco–, refugio de la vida y de la historia". "Tal vez sea mi último 24 de marzo en la plaza", dice Rosa Roisinblit, 99 años, y que hace cuatro recibió al plantel de Nueva Chicago en la Costanera. Me cuentan que antes de la reunión, Rosa pidió detalles sobre la marcha del equipo, el primero que visitaba el Parque de la Memoria. Es la memoria colectiva que siempre se rejuvenece. "Los felicito –sorprendió Rosa de entrada a los jugadores– porque ayer ganaron un partido importante. Nosotras tenemos nuestra lucha y les agradezco por interesarse".
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