Copa Libertadores: lo que se juegan Marcelo Gallardo y Gustavo Alfaro en dos semanas
Mantener en River la guardia alta y exitosa, el último sueño
Marcelo Gallardo transformó la historia de River. Creó una nueva leyenda, que tuvo el impacto mayor en la final de Madrid, el 9 de diciembre pasado. El Muñeco cumplió cinco años al frente del conjunto millonario y alcanzó diez vueltas olímpicas. Todo un suceso, sobre todo, porque inclinó la balanza de los trofeos del lado internacional, una cuenta pendiente de River. Dos fueron Libertadores: 2015 y 2018. En esta nueva etapa, que abre el telón hoy, mantiene el mismo deseo que lo convirtió en la figura saliente. En la antesala del choque con Cruzeiro, por los octavos de final, su desafío es conservar la mística ganadora que convirtieron a River en una referencia mundial. Una derrota –en esta instancia o en la siguiente– no afectaría su aura, pero sería un gran dolor para un entrenador que siente el desgaste del paso del tiempo.
Si quiere, Gallardo puede quedarse a vivir en River. Lo consiguió todo. Tal vez, el otro desafío sea una consagración en la Superliga, el campeonato doméstico que fue un sello distintivo del club de Núñez y que hoy parece un amor relativo y lejano. Es que, con el Muñeco, la Libertadores es una empresa posible, cercana. River seduce en los choques mano a mano, a todo o nada. Expone su mejor versión. El entrenador, sin embargo, siempre está con la guardia alta. Primero, porque el híbrido pase por penales contra Gimnasia de Mendoza fue un llamado de atención y, por el otro, la lesión de Pratto y las suspensiones de Borré y Casco –mientras Quintero sigue con su recuperación–, abren dudas para una serie compleja, indescifrable.
El primer encuentro de los octavos de final será esta noche, desde las 19.30, en el Monumental. Pratto se recupera de una fisura en el sacro que lo obligó a un mes de reposo deportivo. River tendrá un adversario que hasta 2015 lo superó en instancias decisivas como las finales de la Libertadores 1976 y la Supercopa 1991, y la Recopa 1998. La última visita de Cruzeiro fue el 21 de mayo de 2015, con el triunfo por 1-0 con un gol de Marcos Antonio da Silva. En la revancha, River se desquitó con un 3-0 en el Mineirao, tal vez, el mejor desempeño de un equipo de Gallardo. Cruzeiro viene mal –en el Brasileirao ganó apenas dos partidos de 11, está en el puesto 16, delante de los cuatro que descienden– y no contará con Fred, con un estado gripal.
¿Será la última Copa Libertadores de Gallardo en River? ¿Será el tiempo de la selección o el postergado trampolín internacional? Por eso, la travesía que retoma esta noche tiene múltiples desafíos.
Para salir del laberinto de Boca, solo sirve ganar
Semanas después de asumir en Boca, en enero pasado, Gustavo Alfaro sabía exactamente dónde estaba parado. "La Libertadores es un anhelo, un deseo ferviente por parte del mundo Boca. Para eso venimos, para eso trabajamos. No solo es ésta: cada Copa Libertadores Boca la juega a ganar y la tiene que ganar. Por eso digo que Boca no tiene purgatorio: es salir campeón o nada", analizó. Alfaro heredó un enorme problema y una oportunidad extraordinaria. La finalísima perdida es difícil de olvidar, lo que deriva en la presión de conquistar la copa como nunca antes. No hay término medio: si logra la consagración, Alfaro va a entrar definitivamente en la historia grande. Y a eso apunta.
Es cierto lo que dice el DT: Boca es un candidato lógico, natural. Pero, esta vez, con la carga emotiva del pasado, las urgencias se multiplican. La serie que comenzará mañana, desde las 21.30, en la Bombonera, frente a Paranaense, puede ser la base de un recorrido inolvidable, más allá de que el viaje se disfruta demasiado poco. Es una etapa en la que, parece, nada alcanza: ni la Superliga, ni la Copa Argentina, ni otros lauros de ocasión. Solo la Libertadores hace temblar al mundo Boca.
Lo sabe Alfaro. Lo asume. Logró un título, la Supercopa Argentina –por penales, frente a Central– y perdió una final –frente a Tigre, reciente descendido–, la Copa de la Superliga. Pero todo eso es relativo: lo central era pasar de etapa y encontrarse con un adversario incómodo y conocido. En la primera rueda, cayó por 3 -0 en Brasil –Marco Ruben fue el héroe– y se impuso por 2-1 en la Bombonera. Paranaense, un buen equipo, perdió la final de la Recopa frente a River, en el Monumental, un 3-0 sellado en un eléctrico final.
La muñeca del entrenador será imprescindible en esta instancia. La salida de Darío Benedetto a Marsella cambió el tablero. Pero no solo ello: Lisandro López está lesionado y Carlos Izquierdoz, suspendido. Y más allá de algunos refuerzos de lujo, hoy no tiene al número 9 y los zagueros titulares. Y Nández está con un pie y medio en el avión... a Italia. Cagliari pagará por su pase unos 20 millones de dólares por cuatro años de contrato; el club de la Ribera recibirá un 10 por ciento de una futura venta. Y el uruguayo, de 23 años, jugará la serie. Pero, ¿qué pasará por su cabeza cuando vaya a trabar una pelota?
Andrada; Weigandt, Goltz, Alonso y Mas; Nández y Marcone; Villa, Zárate y Mac Allister; Ábila sería el equipo para una serie que puede marcar un antes y un después en su carrera.