Sabíamos que Messi es el mejor, pero igual fue una sorpresa
Lionel Messi ganó por primera vez el premio The Best de la FIFA, que en realidad equivale a ser elegido por sexta ocasión, más que cualquier otro futbolista en la historia, como el mejor de una temporada. Desempató con los cinco que ostenta Cristiano Ronaldo. El rosarino obtuvo su primer Balón de Oro, la tradicional distinción de France Football, en 2009, cuando también fue a parar a sus manos la estatuilla de Mejor Futbolista FIFA. Al año siguiente la FIFA se asoció con la publicación francesa para unificar las condecoraciones hasta 2015, cuando volvieron a separarse. Un enredo y galimatías de trofeos que fueron cambiando de nominación mientras Messi, una década después, se mantiene como una individualidad instalada en la elite.
Venía de un año en el que se había caído del podio después de mucho tiempo. Luka Modric, Cristiano Ronaldo, Mohamed Salah y Antoine Griezmann lo habían desalojado por la fuerza de los resultados del Mundial de Rusia y de la Champions League que Real Madrid levantó en 2018. Al plantearse objetivos, Messi nunca habla de premios individuales. Con sus declaraciones presiona a los dirigentes de Barcelona para que armen el mejor plantel posible para ganar títulos.De alguna manera, extorsiona a la conducción del club con que su continuidad está atada a la ambición de los dirigentes para confeccionar el equipo más fuerte.
Este lunes subió al escenario de La Scala de Milán con la sonrisa que no le dejó ni el cierre de temporada de Barcelona ni la Copa América con la Argentina. La eliminación ante Liverpool en las semifinales de la Champions League fue un fracaso tan estruendoso, a nivel individual y colectivo, que parecía barrer con todo. Pasado ese tsumani, las estadísticas de Messi, acompañadas de su influencia futbolística creciente en el Barça, fueron altamente valoradas: goleador de la Champions (12) y de la Liga de España (36, Botín de Oro de Europa). Poco y nada aportó en la Copa América de Brasil: un gol de penal a Paraguay y, en una versión que no se le conocía, se despachó más ante los micrófonos que en la cancha.
Fuera de su gris paso por el seleccionado, los otros números de Messi lo podían hacer merecedor de un premio cuyo espíritu individual encaja con fórceps dentro de un deporte esencialmente colectivo. Tiene cierta lógica comparar las producciones de Messi y Cristiano, pero qué parámetro hay que utilizar para cotejar a ambos con Van Dijk sin caer en el riesgo de cometer una injusticia. De hecho, muchas veces queda la impresión de que se elige a uno dentro del que fue el mejor equipo –como ocurrió el año pasado con Modric, campeón con Real Madrid y subcampeón mundial con Croacia–, aunque la individualidad más sobresaliente haya estado en otro conjunto que no alcanzó algún título (Hazard).
La elección hace poco del zaguero Virgil Van Dick como mejor jugador de la UEFA parecía marcar una tendencia de premiación que iba a tener continuidad con The Best. Por eso sorprendió lo de Messi. O quizá no debería llamar tanto la atención, porque son legión los que consideran que, más allá de coyunturas puntuales que llevan el premio a otras manos, Messi sigue siendo el mejor del mundo. Así lo interpretaron, en la amplia consulta que hizo la FIFA, los directores técnicos y capitanes de los seleccionados, y el público. Solo perdió en la consideración de los periodistas. France Football concederá en diciembre el Balón de Oro al encuestar a periodistas de todo el mundo. Será muy interesante esperar ese resultado.
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