Director de orquesta: Gonzalo Quesada, el armador de un equipo de autor
Gonzalo Quesada llegó cerca del mediodía a Vélez, varias horas antes de que Jaguares jugara con Brumbies. Detallista y obsesivo, no sorprendió a sus íntimos que no dejara librado nada al azar antes de uno de los partidos más importantes de su carrera como entrenador. Una trayectoria que se inició en Francia y lo llevó a hacerse cargo este año de la franquicia argentina en el Súper Rugby, pero que empezó a forjarse mucho antes de su retiro como jugador. Vivió solo el 39-7 sobre Brumbies, en un final de sonrisa y brazos agitados, pero ni siquiera en ese momento abandonó su habitual perfil bajo.
Unas de las primeras figuras que le mostraron la docencia en el rugby fue su padre, Josué, "Bebe". Exjugador de Hindú, fue entrenador de la primera entre 1981 y 1984, cuando Gonzalo jugaba en las categorías infantiles. El chico nunca perdió esa discreción y ya desde entonces lideraba con su juego y la seguridad que transmitía, en gran medida por su pie derecho. Fanático de Independiente, se destacaba también en el fútbol, hasta que terminó decantándose por el rugby gracias al club de Don Torcuato.
Otro personaje clave en su carrera fue Pierre Berbizier, gloria del seleccionado francés, que convenció a Quesada de que jugara en Narbonne, el primero de los cinco clubes de Francia que integró el apertura.
Como si estuviera armando un currículum perfecto, Quesada fue fue dando pasos cortos y sólidos en su formación como entrenador. Tras su retiro, en 2008, Marc Lievremont lo convocó para el staff de Les Bleus. Se conocían del cuarto de final que los enfrentó en el Mundial Gales 1999, en que el 10 se consagraría como máximo goleador, con 102 puntos. En los primeros meses de lo que terminaría siendo una estadía de cuatro años el argentino se encargó de los pateadores y del juego con el pie, nada que llamara la atención. Quesada ya se había ganado un nombre tras casi una década en Francia.
Pasado ese primer período, Lievremont le pidió que participara junto a Émile Ntamack en los entrenamientos de los tres cuartos y de ataque en general. Fue tal la incidencia de Quesada que durante el Mundial Nueva Zelanda 2011, cuando el director técnico francés se enfrentó con sus jugadores, Quesada terminó mediando. Ya con Francia como subcampeón mundial, la federación de rugby invirtió en el argentino: le financió un máster de dos años, orientado en la biomecánica y la psicología del deporte, en la Universidad de Clermont-Ferrand.
A todo ese bagaje que acumuló durante cuatro años lo aplicó después en su etapa más exitosa como preparador, cuando se hizo cargo de dos clubes parisinos. Tras una etapa de dos años en Racing 92 recaló en Stade Français. Allí ganó el Top 14 en la temporada 2014/2015 y la Challenge Cup en la 2016/2017, mérito que lo erigió en el primer entrenador argentino en ganar título en el extranjero.
Tras un breve paso por Biarritz llegó el llamado de Jaguares. Con una final mundial como asistente y una europea y otra francesa como entrenador principal, sería inexacto ubicar al partido de ayer como el más significativo de su trayectoria. Tan exitoso fue su paso por el rugby francés que Racing lo tentó dos veces para que tomara el cargo a partir de agosto. Si bien las ofertas eran ampliamente superiores a la argentina en lo económico, el exback de Hindú las rechazó.
Aunque empezó en febrero la temporada, su trabajo en la Unión Argentina de Rugby comenzó antes. En agosto de 2018 Quesada colaboró en la formación del plan de juego de los Pumas y acompañó a Mario Ledesma en el Rugby Championship y en la ventana de noviembre.
Su equipo de trabajo en Jaguares es chico, pero fue seleccionado a medida. El rosarino Andrés Bordoy, a quien conoció durante su etapa en Pau, llegó para hacerse cargo de los forwards y del scrum. En tanto, su hermano de la vida, Juan de la Cruz Fernández Miranda, se ocupó de los tres cuartos. Durante este año Jaguares mejoró en solidez mental, algo que se vio sobre todo en los cierres de partidos. Partidos que antes se escapaban hoy son ganados, como sucedió frente a Chiefs.
Llama la atención que como local observa los partidos solo. Él lo explicó: sucede que Bordoy y Fernández Miranda están en el campo de juego mientras que el primer palco asignado a él y a Ramiro Peman, el analista de video, estaba en un lateral. Entonces, para ver mejor Quesada consiguió uno en el centro. Perdió la repetición instantánea, pero ganó en visión. Y desde ahí se comunica con sus asistentes vía inalámbrica.
Bajo su mando, Jaguares encontró variantes en ataque y logró construir su juego a partir de la defensa. Prueba de ello fue el primer try de ayer de Matías Orlando, que se inició con un tackle de Pablo Matera en el medio de la cancha que hizo perder la pelota a un rival. En el debe queda todavía el scrum, rubro en el que, si bien levantó en la segunda parte de la temporada, su equipo tiene el peor porcentaje de obtención del torneo (86). Lo contrario sucede con el confiable line-out (91%, tercero en la estadística general), mediante el cual Jaguares lanzó el juego. Ayer le robó cuatro lanzamientos a Brumbies.
Con el Mundial de Japón como prioridad, el entrenador de Jaguares relegó la chance de encontrar un conjunto titular de memoria al variar el equipo y dosificar los minutos de sus jugadores. Fue una decisión arriesgada que no resintió el juego y, al cabo, le sirvió para encontrar variantes. Jaguares llega a la final con un 72% de efectividad (13 triunfos y 5 caídas) y la oportunidad de seguir haciendo historia. Más allá del resultado, el camino trazado por Quesada ya está claro.