Boca resurge: otros nombres para ser más ofensivo, vertical y dinámico
No era fácil para Miguel Russo ponerse a trabajar sobre un plantel con muchas dificultades y hacerlo jugar mejor, con resultados positivos incluidos, tan rápido. Boca venía de arrastrar un ciclo de Gustavo Alfaro que no ostentó un buen funcionamiento y le sobraron rendimientos individuales bajos. Pero Russo encontró rápido un once de memoria con el que reposicionó al Xeneize en la lucha con River por la Superliga.
La fórmula empieza a aparecer. Aunque se especuló, especialmente, con el 4-3-1-2 que tanto éxito le dio en 2007, decidió jugar 4-1-3-2, un dibujo táctico todavía más ofensivo desde la postura: observando el material que había en sus dirigidos, Russo se dio cuenta que la situación le exigía ir hacia adelante, ser verticales: "Somos un equipo con gente rápida", reconoció.
Por eso, por un lado, trabajó para que Salvio y Villa pudieran ocupar cada uno de los laterales del medio campo: ninguno de los dos se sentía cómodo con el perfil cambiado, pero Russo logró que el colombiano pueda hacerlo y sea una de las figuras. Por el otro, le cambió el tono al centro del campo: pasó de tener un carácter aguerrido con Marcone y Capaldo a uno más vinculado al juego con Campuzano y "Pol" Fernández (el cambio más significativo), para que puedan romper líneas de ataque y abastecer a esos velocistas. La dinámica es otra. Y Tevez le ganó la pulseada a Zárate.
Todo eso facilitó para ser un equipo más protagonista. La identidad se va forjando, al menos para este semestre apretado. Y eso también se debe a la confianza depositada, partido a partido, a los mismos jugadores. Desde el primer encuentro, Russo realizó sólo tres modificaciones obligadas con respecto a su once ideal a partir de las lesiones de Andrada y López y la expulsión de Izquierdoz.
Seguro que los resultados también colaboran para seguir otorgándole la confianza a los mismos nombres: de los cinco encuentros, ganó cuatro y empató el otro. Sin embargo, esta estadística quiere decir también que Russo dio en la tecla, al menos, en su primera evaluación para elegir a los jugadores. Pero lo que también ayuda es el compromiso del plantel y las ganas de ganarse un lugar, lo que permite elevar los niveles de aquellos que son titulares. Si hay algo que Russo recalcó una y otra vez es el gusto que tiene por la sana pelea de los puestos: "Es Boca, tenemos que tener gente importante adentro y afuera. Estoy contento porque hay una sana competencia. Más allá de cualquier nombre o circunstancia, lo importante es que lo grupal se traslade a lo individual", aseguró el DT de 63 años.
"Estamos llegando al nivel en el que nos cuesta elegir. Ojalá sigamos manteniendo los rendimientos y me sigan poniendo en un problema, porque es lo que buscamos: que el técnico tenga problemas para decidir quién juega. Es un buen grupo", relató, conforme con el trabajo del día a día, tras la goleada a Godoy Cruz.
Quizás mucho tenga que ver una de las formas de trabajo: ejercicios en espacios reducidos en los que los jugadores se reparten, sin claridad entre quiénes son titulares y suplentes. Así pasó en esas situaciones en las que necesitó un reemplazo obligado: Junior Alonso hizo pasar inadvertidas las respectivas ausencias de Izquierdoz y López, recibiendo muchos elogios por parte de los hinchas, mientras que Marcos Díaz, que atajó las tres primeras fechas, se destacó y espantó las desconfianzas que existían sobre él.
A partir del viernes, Boca entrará en una seguidilla crucial, entre la definición del campeonato y el comienzo de la Copa Libertadores. Russo, con demasiada tranquilidad: tiene un once de memoria y un recambio listo para estar a la altura.
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