La Copa de la Superliga. Tercer 0-0 de Boca a puro pulmón y transpiración
Tercer 0-0 consecutivo de Boca. Un resultado que no lo incomoda ni le crea culpa porque este equipo de Gustavo Alfaro está diseñado para saber sufrir, para llevar al límite las series eliminatorias. Los atenuantes (o excusas) son que Boca acumula muchos partidos en el año (el de anoche fue el N° 25) y las consecuencias son el desgaste, los lesionados y jugadores que no están en su mejor forma, salvo el imbatible Andrada. En este contexto, sobrevive, se esfuerza por mostrarse competitivo, no da grandes pasos, pero tampoco retrocede. Con estos antecedentes, el empate sin goles en el reducido Diego Maradona, ante un Argentinos que tampoco nunca deja de morder, era una fija, se veía venir a la distancia.
Una de las paradojas de este Boca es que contrató un volante central con pase y conducción que pasa inadvertido. Iván Marcone no es ni la tercera parte del futbolista que dictaba el juego en Lanús y que mereció ser tenido en cuenta para el seleccionado. Si el N° 5 no es salida, no se muestra, no da el pase que empieza a poner al equipo propio en campo rival, algún otro se tiene que hacer cargo de esa función.
En la noche de la Paternal, Carlos Tevez se invistió de organizador dentro del esquema 4-4-1-1 que eligió Alfaro. A algunos futbolistas de Boca les toca en los últimos partidos cargar con el repudio y los insultos de los hinchas rivales por cuentas pendientes. Mauro Zárate padeció con los simpatizantes de Vélez y Tevez saca de las casillas a los de Argentinos desde que fracturó a Ham. Ya había jugado en el Diego Maradona desde aquella alevosa infracción, pero no hay ni olvido ni perdón para el N° 10.
El clima hostil no perturbó al Apache, consustanciado con la caracterización de símbolo que le dio Alfaro. Mostró despliegue para escapar de la marca de Moyano y encontrar espacios entre los volantes y la defensa. Claro y certero para asistir, el capitán de Boca puso dos veces en situación de gol a Pavón y en una a Benedetto durante el primer tiempo. Las oportunidades se diluyeron entre un rechace de Quintana cerca de la línea, una definición desviada y una tapada de Chaves.
Boca se protegió bien, Argentinos no le creó inconvenientes con juego asociado ni combinaciones. El Bicho solo llegaba con pelota detenida (innumerables córners y tiros libres de Mac Allister) y centros que eran despejados por las manos de Andrada o las cabezas de López y Alonso, y los cierres de Mas. El combativo equipo de Dabove extrañó a su delantero más peligroso, el lesionado Batallini, que suele desnivelar por potencia y profundidad.
Con un poco más de decisión y presencia ofensiva, Boca podía marcar diferencias. El gol también lo tuvo Tevez, que con la cabeza no resolvió tan bien como lo venía haciendo con los pies. Si Tevez no unía líneas con su criterio y visión, Nández ganaba metros con su empuje. Pavón y Benedetto no terminaban de incorporarse al circuito.
Como podía preverse, el partido no tuvo mucha continuidad, abundaban los cortes y un condescendiente Vigliano no amonestaba por fuertes infracciones a Buffarini y Nández.
La liviandad del uruguayo Paiva, una apuesta de Dabove que hasta acá no había tenido muchas oportunidades, desentonaba con el fragor del desarrollo. Hubo que esperar cierto cansancio o algunos descuidos para que surgieran espacios para el contraataque. Benedetto, a quien no se lo ve fino y coordinado, demoró en una réplica, y Spinelli cruzó un disparo desviado desde una posición favorable.
Para perjuicio de Boca, Tevez se agotó a medida que avanzó el segundo tiempo. Pero en cuanto tomó un poco de aire, se volvió a iluminar para darle un pase-gol a Villa, cuyo remate fue tapado por ese muy buen arquero que es Chaves. Alfaro había recurrido a las cartas ofensivas que tenía en el banco: Zárate y Villa.
Benedetto y Zárate pudieron marcar de haber estado más enfocados. También Bobadilla para Argentinos en una de las últimas jugadas. Definición abierta. Boca la lleva a la Bombonera, a puro pulmón y transpiración.
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