Encandilado
Idlid, Siria.– La vidriera de esta joyería echa por tierra el dicho popular que advierte sobre que no todo lo que reluce es oro, es decir, una invitación a desconfiar de las apariencias. El hombre que observa las joyas parece encandilado por su brillo. Será por el simple placer de disfrutar de semejante exhibición del reluciente metal o por lo que para él simbolizan esas piezas. Exudan riqueza por el valor intrínseco que representan y requieren dinero para poder ser dueño de ellas. Al menos de una, ante la imposibilidad tal vez de tenerlas todas. Y ante semejante despliegue es sin duda difícil decidir con cuál quedarse. Tiene que elegir, a sabiendas de que todas las demás quedarán excluidas. Y toda elección entraña, en primer lugar, un sacrificio; luego, una acuciante duda de si la opción es la correcta, y, finalmente, muchas veces la certeza de que nos hemos equivocado, porque efectivamente el adagio popular una vez más se confirma.