Ignorante por elección
Esta semana un colega preguntó en las redes sociales qué hacíamos cuando recibimos un mensaje de audio de Whatsapp de una persona que ni siquiera tenemos guardada en la lista de contactos. Se refería a cuando llega el mensaje sin una mínima explicación o texto que nos permita identificar quién lo envía. Mi respuesta fue que no lo escucho nunca. Varios me dijeron, "pero qué te cuesta escucharlo" u otros preguntaron si no me daba duda al menos. Me quedé pensando en la razón x las que no los escucho. Por un lado, tiene que ver con una falta de etiqueta o buenas formas en el uso de medios digitales (creo que es un buen tema para ampliar en otro momento) y, en segundo lugar, necesito cuidar mi tiempo. Si hay algo importante seguro me voy a enterar de alguna manera. Lo que estoy aplicando es un modo de foco que se conoce como ignorancia selectiva.
A diario nos exponemos a una catarata de estímulos que llegan en forma de noticias en la televisión, tuits, conversaciones en videocalls, radiopasillo en el chat del colegio y tanto más. De qué reality show se habla en las redes, cuál fue la pelea política del día, cuáles son las series que todos ven, cuántos tests se hicieron hoy y cuántos ayer. Lo importante y lo banal caen en un mismo saco cuando el síndrome de FOMO (fear of missing out, en inglés), que es el temor por perdernos algo, nos arrastra a un bucle de improductividad, preocupación, pérdida de tiempo y malestar. La ignorancia selectiva es justamente un esfuerzo consciente para eliminar las fuentes de información que nos distraen de lo importante para nuestra vida hoy. El objetivo es centrarnos en lo que nos ayuda a alcanzar nuestras metas más inmediatas, las que son a largo plazo y en las que impactan en nuestro bienestar.
La primera vez que me topé con la idea de ignorancia selectiva fue mientras leía el libro La semana laboral de 4 horas, de Tim Ferriss, best seller de productividad, donde el autor desarrolla por qué nuestra atención no puede ser para todo o para todos. Tenemos que elegir. La ignorancia selectiva nos ayuda entonces a reducir las fuentes de distracción y la sobrecarga de información que se está vinculando con el aumento de la hormona cortisol, la que regula nuestro estrés.
Además, algunas de las noticias que buscamos, como es con el caso del virus Covid-19, tienen posibles implicancias en nuestra salud y llegamos a ellas luego de atravesar una maraña de desinformación, noticias falsas y en muchos casos confrontaciones de opiniones con una carga de violencia que no es gratis para nuestro stress.
Los especialistas en salud mental están advirtiendo sobre el crecimiento de un fenómeno conocido como "doomscrolling" o "doomsurfing", que son los términos en inglés que se utilizan para describir nuestro nuevo mal hábito: scrollear en la pantalla del celular por horas antes de dormir, especialmente en busca noticias negativas o que sentimos como una amenaza para nuestra salud y planes a futuro. Esto lo hacemos ya que nuestro cerebro tiene un sesgo cognitivo, que viene desde tiempos primitivos, en "escanear" contenidos para identificar cuáles pueden ser una amenaza para nuestras vidas.
En palabras de Jim Kwik, autor del libro Limitless, Upgrade your brain que explica cómo funciona nuestro cerebro ante el aprendizaje, se trata de controlar nuestro foco limitando nuestro compromiso con ciertas situaciones para lograr una mejor higiene mental.
Existen diversos estudios del campo de las neurociencias que han demostrado que elegir contenidos positivos, sobre todo ligado a nuestros intereses, personas que queremos o que relacionamos a ternura o humor, aumentan nuestro bienestar. Por eso es que a veces nos encontramos mirando videos de perros y gatos, por ejemplo. Al hacerlo, nuestro cerebro "festeja" con una sensación que nos genera sentimientos positivos.
Creámoslo: es falsa la premisa de que si estamos todo el tiempo buscando estar informados sabremos todo. Mejor es armar una dieta digital que tenga porciones más balanceadas que contengan pocas fuentes confiables, contenidos que nos sirvan para conseguir nuestras metas personales y laborales y una buena dosis de disfrute, tan necesaria por estos días.
Opto por ser ignorante por elección de casi todo, y elijo un puñado de temas donde poner mi energía. En palabras de Carl Honoré, autor del best seller Elogio de la lentitud: Empecemos a hacer menos. Todos deberíamos tener una lista de cosas de "no hacer".
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