Los artistas también han tenido que agudizar el ingenio para sobrellevar de la mejor manera posible esta cuarentena. Sin datos concretos sobre la reapertura de lugares públicos ni información sobre las condiciones en las que se dará el regreso a las actividades del mundo del espectáculo, muchos han encontrado en las redes sociales un espacio para la exploración de nuevos formatos. Es el caso de Santiago Loza y Guillermo Cacace, los gestores del original proyecto Amor en cuarentena, una serie de microficciones sonoras escritas que se enviarán durante 14 días consecutivos a través de WhatsApp y que van a intentar convertirse, en palabras de Loza, en "un paliativo poético y un refugio en tiempos de encierro".
El elenco de artistas convocados es garantía de calidad: Dolores Fonzi, Jorge Marrale, Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia y la actriz transgénero Camila Sosa Villada. Y la mecánica para escucharlos es simple: se compra una entrada de $600 en Alternativa Teatral, se elige una de las voces y, de inmediato, llegarán los 14 audios (a razón de uno por día durante dos semanas), más algunas fotos y un puñado de canciones que también tienen íntima relación con esos relatos.
"Así como el cine no suplió el teatro, sino que vino a instalar un nuevo lenguaje, estos experimentos son el intento de balbucear otros lenguajes posibles", señala Cacace, encargado de la dirección de los actores que pondrán sus voces al servicio de estas historias. "La idea es que la actuación y una literatura poética se filtren por los dispositivos y convoquen al cuerpo. El dispositivo no será nunca celebrado como el fin, insistimos en reducirlo a ser solo el medio. La idea es explorar el componente erótico del anhelo, desacelerar el tiempo y acercarnos a lo íntimo y ajeno sin perturbarlo".
Para Marrale, "el proyecto es muy interesante porque logra que uno se comprometa como lo hace cuando tiene que recrear un texto teatral para una obra tradicional y hacerlo propio. Santiago Loza tiene esa virtud: es muy bueno construyendo sensaciones para monólogos que cuentan historias que son realmente conmovedoras".
Así como el cine no suplió el teatro, estos experimentos son el intento de balbucear otros lenguajes posibles
Sbaraglia también está muy entusiasmado con Amor de cuarentena: "Al margen de la saturación y la sobrestimulación digital que puede haber hoy, también apareció con esta situación una inclinación a mirarnos a nosotros mismos y a mirar detalles de nuestro entorno que quizás habíamos dejado de lado por demasiado tiempo. Hablo de observar un rincón de tu casa, de escuchar la voz de un vecino, de escuchar los propios pensamientos y el propio corazón. Y, en ese plan, es casi inevitable volver a un viejo amor".
Parte de lo recaudado a través de este novedoso proyecto se destinará a ayudar financieramente a La Casa del Teatro. Y la idea no solo prendió en Argentina: también se va a llevar a cabo en Uruguay, España, Ecuador, Brasil y Alemania.
"Es una invitación a la fantasía", sostiene Loza, uno de los dramaturgos y directores más prestigiosos del teatro argentino contemporáneo. "Como si un antiguo amor de repente se comunicara con nosotros en estos tiempos de encierro. Escuchamos su voz, la reconocemos. Y, de alguna manera extraña, eso nos brinda compañía. Como quien abre una galleta de la fortuna, como quien consulta el horóscopo en el diario... Durante 14 días, un mensaje que llega de lejos nos renueva la ilusión. Es una presencia, una espera. El amor como un rastro a seguir".
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